REFLEXIONES SOBRE LA PROFESIÓN DE
MÉDICO
El valor de un hombre debe ser
medido
Por lo que da, no por lo que
obtiene.
EINSTEIN
M.C. LIGIA
GARCÍA CÁCERES.
Subdirector
Académico.
Facultad de
Medicina. UAEM
El
comportamiento dentro del ejercicio de la medicina es cambiante, según la
influencia personal que se le imprima a las experiencias vividas; pues, con el
paso de los años, se acumulan vivencias que nacen de la vida misma y otras que
nos enriquecen a través de la educación y la preparación profesional. Todas
estas experiencias modifican los conceptos de nuestras reacciones y actitudes,
marcando las diferentes etapas de nuestro desarrollo. El ser humano se siente
satisfecho de sí mismo cuando lleva a cabo un trabajo creativo con el cual
percibe la respuesta económica que corresponde a su capacidad para solventar
necesidades.
Es conveniente meditar lo que significa ser médico, y formar parte de esta profesión, reflexionar si el hecho de ser médico nos significa llevar una vida honorable, que nos dignifique como personas.
Señalar las
cualidades que el médico debe tener, sería una lista larga, por lo que sólo me
concretaré a aquellas básicas que le permiten desempeñar y cumplir su misión.
Cito a William Osler, quien esgrime que “imperturbabilidad, la ecuanimidad, y
la sabiduría, son los pilares que habrán de sostener la vocación, apoyándonos
en las habilidades y destrezas”. Entendiendo por vocación el llamado a ejercer
una profesión.
El
ejercicio de la medicina se ve cada día más expuesto a desviaciones de su
concepción original, en donde el respeto, la prudencia y el secreto profesional
constituyen entre otras, características esenciales en la práctica de nuestra
profesión médica. Es fácil olvidar los principios fundamentales que deben ser
el paradigma en nuestro actuar
.
.
No se puede
concebir que un médico sea solamente técnico, mero aplicador del conocimiento,
requiere de un profundo sentido del humanismo y, sobre todo, de gran capacidad
de decisión frente a las distintas situaciones que se van presentando. Es
imperativo ser profesionales responsables, íntegros, con sólida formación
científica y técnica, así como tener un irrenunciable compromiso con la
vocación de servir, y con el objetivo de tratar de lograr la salud y el
bienestar de nuestros pacientes y de la comunidad.
Nuestro país
necesita más médicos científicos que, además de saber curar “una enfermedad”,
sepan que es mejor curar a la persona enferma; que sean conscientes del valor
de la vida humana, que la amen, la respeten y estén dispuestos a dedicar todos
sus esfuerzos al servicio de sus semejantes, como único y verdadero sentido de
su vocación de médicos.
La
actividad médica debe estar siempre en concordancia con aquello que le da
origen: la solicitud de ayuda expresada por quien se considera necesitado por
encontrarse con un problema de salud. Es decir, es la respuesta a una petición
de ayuda de parte del enfermo.
La parte sustancial de la medicina como profesión es que su trabajo lo realiza con seres humanos. Quiero plantear aquí la necesidad de reflexión, y preguntarnos si existe indiferencia ante las necesidades emocionales de los pacientes, si somos protagonistas del proceso de despersonalización, indiferencia o frialdad humana, o actores de la marginación social y conversión del paciente en un objeto, prescindiendo con ello de sus sentimientos y valores.
Vivimos en un
mundo marcado por la deshumanización en todos los ámbitos, y la medicina no ha
escapado a esta tendencia; se le está dando más importancia a los medios
técnicos, con la consecuencia obligada de la pérdida esencial: descubrir cómo
es el enfermo, entablar una relación personal con él, reconocer y promover que
la persona humana es el centro de toda nuestra atención. Es necesario enfatizar
que el fin último de nuestro trabajo, es devolver al paciente la salud, la paz,
la armonía, el equilibrio con las personas y las cosas que lo rodena. La
relación médico paciente es uno de los puntos clave del ejercicio de la
medicina. Todo médico debe tener como objetivo primordial el dar al enfermo la
mejor atención que los recursos y circunstancias pueden ofrecer para ello.
El médico, para
tomar decisiones, no debe ignorar el sentir propio del paciente, el de sus
familiares, y el de la sociedad a la que pertenece. Nuestra profesión tiene un
componente humanista fundamental que, de no cumplirse, deja de ser medicina
humana, para convertirse en veterinaria de alto nivel. La medicina tiene un
componente de responsabilidad fundamental; los médicos, en el ejercicio
profesional, caminamos múltiples senderos para encontrar nuevas soluciones, y
de esta manera, ayudar a nuestros semejantes.
El
comportamiento del médico debe ser manifestación de su forma de ser; y superar
a lo que le digan que deba ser o hacer. Su formación implica superación en lo
cognoscitivo , en las destrezas, en su actitud. Son los resultados los que
miden la capacidad de una persona , y no sus intenciones o sus proyectos; y,
parte de la felicidad de un médico, es saberse capaz de solucionar los
problemas que son motivo de su profesión. La principal obligación ética del
médico ante un enfermo es tener el interés serio de solucionarle su problema de
salud. Todo médico tiene limitaciones en conocimientos y en capacidad
resolutiva, pero como profesionales se nos pide que seamos conscientes de
ellas; nadie está obligado a ser un experto en todas las áreas o
especialidades; ni es lógico pensar que así sea. Lo ético es no obligar
al paciente a permanecer dentro del círculo de nuestras limitaciones, cuando su
problema nos ha rebasado.
Los médicos
necesitamos tener conocimientos de la profesión y actualizarlos de manera
continua para seguir el paso del progreso científico y tecnológico. Debemos
actuar profesionalmente con capacidad intelectual, con un acervo
correspondiente a nuestro nivel profesional, y estar informados de los avances
y de la evolución actualizada en la medicina .
Un
médico satisfecho en sus necesidades personales mantendrá una actitud positiva
que lo beneficiará en sus expectativas profesionales, hecho que se verá
reflejado en resultados positivos con los enfermos.
Es obligación de
los médicos promover en los que van a engrosar nuestra profesión que tengan la
educación y calidad humana para engrandecerla y para que definitivamente no la
denigren. Parte de la educación del médico en formación, es la aceptación del
orden y la subordinación en el trabajo como algo natural y necesario,
conscientes que solo teniendo como base la disciplina pueden construirse
resultados exitosos.
El
médico tiene – por su preparación, su sensibilidad de servicio y por las
características eminentemente humanas de profesión-, una intervención muy
importante en la educación dentro del área de la medicina, ya sea en escuelas,
universidades u hospitales. Tal su derecho, su privilegio y su obligación, para
asegurarle a la sociedad médicos cada vez mejor capacitados. El médico no debe
olvidar que es un paciente en potencia, además de cobrar conciencia de que es
indispensable invertir en capital humano.
Quién
tenga interés por la superación profesional , nunca será una persona que se
manifieste con vulgaridad y siempre tratara de huir de la mediocridad.
¿Cuál
es el papel que le corresponde al médico en el ámbito social y en el grupo al
que pertenece? No debemos perder de vista el hecho de que nuestro país se enc
uentra en vías de desarrollo, por lo que debemos cuidar la adecuada
distribución de recursos, privilegiar lo ético por sobre lo jurídico y hacer
honor a una tradición que ubica a la medicina en la defensa de los derechos
fundamentales de los pacientes. El médico es, en lo social, el tamiz obligado
de las decisiones, acciones y políticas relativas al paciente.
Al
manifestarnos sensibles de los problemas sociales del país y de la comunidad en
que nos desarrollamos, debemos participar y comprometernos a más acciones que
beneficien a la sociedad. El médico debe hacer conciencia sobre que acciones u
omisiones tienen el potencial de causar daño.
El
verdadero bien que se puede aportar a la sociedad no depende únicamente de la
preparación técnica de sus hombres, sino que a los esfuerzos académicos se les
debe imprimir el aspecto humanístico. Una mente llena de fórmulas y
conocimientos científicos, pero solo de eso es una mente que podrá servir muy
poco a la sociedad. Se requiere de la preparación de hombres y mujeres
íntegros.
Tenemos
un compromiso social de llevar la salud a toda la población, sin importar su
cultura ni su estructura política, es necesario identificar problemas de salud
y generar proyectos para su solución. Dos son los grandes desafíos y los
grandes daños a los cuales no debemos abocar; la inequidad y la ineficiencia en
los servicios de salud. Debemos ser más participativos en la toma de decisiones
sobre la evolución y el futuro del sistema de salud, para poder plantear a la
sociedad soluciones factib les a problemas de salud; definir prioridades,
seleccionar qué es más importante atender, ante la limitación de los recursos
financieros. Y siempre vincular a la salud con el desarrollo económico y
social.
Aliviar
los síntomas, el dolor, el sufrimiento y evitar mayores daños. Los recursos
aplicados con estos propósitos nunca serán considerados como derrochados. Hay
que romper con la indiferencia que disminuye, desalienta y frena los impulsos
altruistas.
Debemos
desarrollar una mayor conciencia y una adecuada capacidad de análisis de los
dilemas morales en la profesión, preparándonos a aceptar responsabilidades
derivadas de nuestra función como médicos, en lo particular, y como miembros de
un equipo. Así mismo, debemos desarrollar la capacidad de evaluar nuestro
propio comportamiento. El reto es intentar ser personas comprometidas con
nuestros principios y valores. La actuación ética y humanística es una
obligación particular en la medicina.
Las
tareas del médico han sido descritas, de manera sencilla, con estas palabras:
“A veces curarás, frecuentemente ayudarás y siempre confortarás.” Nos hemos
especializado en las ciencias y dedicamos poco tiempo al cultivo de las artes,
con lo que se pierde sensibilidad social.

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